He hecho un breve repaso por la historia de la literatura, aunque
cuando lo empecé no era consciente de lo que buscaba. No era un día lleno de
flores amarillas o un viaje por mundos distantes, yo quisiera atribuir a esas
veleidades el fin de mi búsqueda, pero debo admitir que caí en la trampa de
auto descubrimiento y lo único que me ha interesado en mis lecturas soy yo. Como
los extraviados que dejan sus diarios en un estante de la biblioteca para que
alguien lo encuentre, los autores que aquí nombro tienen escritos llenos de
preguntas ontológicas y, para mi desgracia, pocas respuestas.
Empecé a leer a Dostoievski joven, muy joven, y a Poe, y
sentía una justa admiración por la maestría que mostraban, cada uno dentro de
sus temas y estilo, en las descripciones psicológicas. El tiempo me ha hecho
reconsiderar al autor ruso, no sólo es un maestro, sus textos están llenos de
belleza y capturan la condición humana de una forma que no he conocido en otro
autor. Pero ni Poe ni Dostoievski me han proporcionado jamás algo más que
preguntas. El último cuenta entre sus libros un pasaje con el que lloro cada
vez que lo leo, un pasaje que se parece a mí, y acaso a cada persona en el
mundo, pero que no encierra más solución a mis cuestionamientos que cualquier
línea escrita para morir en el olvido. Se me ocurre ahora mismo que mi
resolución ha sido inútil ¿cómo puedo encontrar en un escritor algo más que
literatura? Mas esto es lo que me he empeñado en hacer durante mucho tiempo y
quiero poner por escrito esa tozudez monumental.
Hesse fue un hombre espiritual, quizá por eso lo rechacé al
instante, la idea de entregar mi vida a designios ajenos, sin garantías, me es
difícil de aceptar. No soy una persona particularmente programada para dar de
mí más que migajas, no puedo cultivarme espiritualmente, Hesse rechazaría mis
certezas tanto como yo sus elucubraciones y quebraderos de cabeza, nos hemos
dado una tregua, lo admiro muchísimo pero no me convencerá de nada. Es importante,
me señaló el camino que no podía recorrer. Aún pienso en ese camino a través de
los sucesos y los años que me separan de nuestro primer encuentro, y en los
momentos de mayor desesperación Hesse es a lo único que me aferro, Dostoievski
tenía su Biblia, yo a Siddhartha.
No sé cómo pasé de Hesse a Sartre y Camus. De estos dos no
tengo mucho qué decir, son un trayecto inevitable, ya no me sentiré inocente
nunca más. Para mí son más importantes que Kafka porque los leí en simultáneo y
con injusticia, el bueno de Franz no estaba intentando convencer ni mover a
nadie, la fuerza de su literatura se apoya en una rara franqueza, casi puedo
creerme la historia de su deseo ardiente de que nadie lo leyera jamás. Y sin
embargo no fue Kafka el que me alcanzó primero. Sartre, aunque media academia
no lo crea, poseía genio literario, he pasado tanto tiempo con él que puedo
leerlo en subniveles y encontrarle matices que muchos creen que me invento en
su favor, yo nunca le haría favores a ese bizco manipulador. Sucede que mucha
gente no lo lee en serio o sucede que yo soy uno de esos estalinistas
come-niños; no hablaré de política, “El aplazamiento” es el libro de un hombre insatisfecho
que no terminó su tetralogía porque Husserl fue un viejo malvado que hizo mucho
daño al mundo, aun así no concibo que alguien crea que no hay belleza en esta
obra, ni en “El muro”, ni en “Los secuestrados de Altona”; Sartre, ese pequeño
pequeño-burgués, sabe más de la miseria humana que cualquier francés de su
generación. A veces es torpe
estilísticamente pero no tonto, sus palabras me persuadieron durante mucho
tiempo y me parece importante señalar que aún no me desengaño de él. Camus no
es el tipo que viene por añadidura, de hecho lo empecé a leer mucho antes.
Estaba en la senda correcta y me quedo con la sensación de que no llegó a
escribir su mayor obra antes de que el espíritu de James Dean se apoderara de
él y decidiera morir. Camus me parece menos torcido que los otros (¿qué decías
de los otros, Jean-Paul?), intenta ocultar el arrojo con que se entrega a la
vida, es un loco contenido entonces su literatura está medio muerta (hay que
estar loco, Albert, hazle caso a Bukowski que para algo vivió más años que tú),
hay algo pasivo-agresivo en mí cuando lo leo, es el 2015 y soy Meursault a
falta de ser Aliosha Karamázov. Pongamos que Camus es el tipo que me sirve de
punto de referencia y dejémoslo ahí, otros prefieren tener de referencia a Joyce y yo preferiría morir antes que perderme
en esos parajes (no se me entienda mal, Joyce debe ser leído con referencias,
no ser una).
¿El espíritu de Jimmy Dean? |
6 autores fundamentales.
Quisiera haber puesto aquí a Proust, Céline, Vonnegut, Shólojov, Mann,
Flaubert, Yourcenar, muchos de estos me parece superiores literariamente.
Capote escribió líneas hermosas que, pese a lo que diga Gore Vidal al respecto,
Camus nunca soñó con alcanzar. Pero son aquellos y no estos mis autores
fundamentales, no estuve pretendiendo armar una lista y, si ahora miro hacia
atrás y soy capaz de inventar un patrón coherente para estas lecturas, quiero
creer que es porque me los encontré fortuitamente, como podría no haber
encontrado a ninguno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario